Oralidad y poder en el pentecostalismo latinoamericano
Tomado de: de la Revista Caminos
En el verano de 1991 me encontraba en Vancouver durante el fin de semana que
el televangelista norteamericano Jimmy Swaggart había escogido para desarrollar
una cruzada de tres días en esa ciudad. El interés de los medios de comunicación
era mayor que lo usual debido al reciente escándalo de orden sexual
protagonizado por el televangelista. Asistí a la cruzada para apreciar
personalmente si Swaggart había logrado sobrevivir a la publicidad negativa a la
que había estado sometido. Al servicio vespertino inaugural asistieron sólo unas
ochocientas personas, y a pesar de que se repartieron numerosos volantes en la
ciudad, el pequeño estadio nunca se llenó de público. Por otra parte, Swaggart
no hizo declaraciones a los medios sobre sus problemas personales. En términos
generales, el evento no resultó especialmente atractivo para los medios de
comunicación, al menos para los más generales.
Sin embargo, tras la cruzada
de Vancouver se ocultaba un reportaje interesante, aunque su contenido no se
ajusta a los intereses del periodismo investigativo contemporáneo. Casi todos
los que asistieron a la cruzada eran hispanos. Durante mi estancia en el
estadio, mientras escuchaba jirones de conversaciones en español que sostenían
entre sí los asistentes, sentí que había regresado a América Central, y que oía
al pasar a las personas que conversaban en el mercado del centro de Ciudad de
Guatemala o en la plaza de San José. Era una situación rara: un pentecostal
blanco del viejo estilo del Sur de los Estados Unidos les cantaba un himno
metodista a un grupo de hispanos en un estadio de hockey del oeste del Canadá.
Las incongruencias culturales del evento plantean muchas preguntas
interesantes. La fundamental se refiere a la razón de la enorme popularidad del
pentecostalismo de viejo cuño en América Latina. Según estimados recientes,
alrededor de un 75% de los protestantes latinoamericanos son pentecostales.1
Aunque hay excepciones, la tendencia al pentecostalismo de América Latina es
clara y resulta muy significativa para la región. El libro Is Latin America
Turning Protestant? [¿Se convierte América Latina al protestantismo? (1990)], de
David Stoll, podría muy bien haberse titulado ¿Se convierte América Latina al
pentecostalismo? o, con una perspectiva global, ¿El protestantismo se está
tornando latinoamericano y pentecostal? Como muestra allí Stoll, la “tercera
ola” de la actividad misionera evangélica en América Latina, en los años sesenta
y los setenta, fue pentecostal. Leer más